Tendría
mucho éxito poder eliminar informaciones e imágenes de nuestro cerebro tal como
hacemos en el ordenador. La responsabilidad de los hechos pasados forma parte
de nuestra vida, pero no es posible fulminar nada del pasado. Se leen
diariamente deseos de olvidar acontecimientos del pasado pero esos deseos
resultan difíciles de cumplir, aunque el autoengaño puede ser importante.
Ahora se
dice mucho: “empezar de cero”, o “comenzar nuevamente”, pero esto tampoco
funciona. Hay árboles y arbustos que se quedan pelados, parecen estar
secos y muertos, pero luego vuelven a rebrotar. Aparecen nuevos brotes, hojas
similares, gran semejanza puede haber, pero ninguna hoja del pasado renace, lo
único que sí aparece es la misma savia. Para nosotros la savia sería el Alma
que reaparece muchísimas veces. Esto quiere decir que la individualidad no se
pierde nunca, y cuando reaparece viene cargada de las impresiones de la última
vida y anteriores. El alma reaparece pero el mismo cuerpo no renace.
Una antigua
frase védica dice: “Sólo el Absoluto puede conocer su propia historia”.
Es muy difícil conocer la historia de nuestra creación individual, ya que ha
podido pasar por cientos o miles de etapas, y puede que muy diferentes. El
árbol conoce su origen en la savia y entrando en la profundidad de la semilla.
Nuestra savia es obra de la conciencia pura, de ahí brotó nuestra semilla o
individualidad, pero conocer el momento de nuestra creación individual se
muestra complejo.
Hay cosas
que pasan al olvido, por ejemplo, no recordar qué fuimos en vidas anteriores
porque nuestro cerebro nace sin impresiones, sin registros. La conciencia
individual toma un nuevo cerebro para seguir evolucionando, ahí aporta su sello
kármico y personal, así es como el pasado influye sobre el presente. El karma
del pasado conforma la conciencia individual actual, y para reconocer bien el
pasado habría que entrar en la corriente invisible e inmortal de la conciencia
pura.
Un magnífico
proverbio dice: “Es una bendición de Dios no recordar los días de la pobreza”. Es
una suerte no recordar los días amargos o de sufrimiento. Los días de la
pobreza pasan al olvido cuando llega el bienestar y una vida digna y feliz.
Agua pasada
no mueve molino, esto quiere decir que las intenciones por remover el pasado y
los días de sufrimiento para sacar algo positivo no suele tener éxito.
Una
característica de la conciencia pura es que cuando realmente se experimenta
aparece la felicidad pura, en sánscrito es Ananda. La felicidad pura es una
consecuencia del estado puro de la mente. A mayor profundidad de la
mente mayor felicidad.
La fuerte
curiosidad por querer entrar en los laberintos del pasado podría ser dañino, es
como entrar en una habitación con humo, aunque no tragues humo mucho se quedará
pegado en el ropaje de nuestra actual vida. Esto desequilibra más que satisface
al intelecto.
La intención
de empezar hoy desde de cero como ilusión mental sirve un poco, pero nunca
sería real. Borrar el pasado es harto difícil.
El sabor de
la amargura permanece tiempo, el amargor queda en la boca y disminuye con lo
dulce, esto quiere decir que las amarguras van desapareciendo con las dulzuras
que vamos creando.
A medida que
vamos avanzando en la dirección de la felicidad y salud estable los recuerdos
del sufrimiento y enfermedades van desapareciendo. Pero el hecho de que no
aparezcan en nuestra mente momentos amargos del pasado no indica que esos
impactos se hayan borrado. Indagar en los errores del pasado reaviva el dolor y
el cuerpo vuelve a sufrir las descargas de adrenalina y hormonas del estrés por
la indagación en el pasado con la creencia de resolver los conflictos.
En días de
pleno Sol a la oscuridad no se le ocurre salir. Las zonas oscuras de nuestra
vida pasada no aparecerán si la luz de la felicidad predomina en lo cotidiano.
Un descuido y se cuela algo, muchos descuidos y volverán los oscuros
golondrinos.
La oscuridad
no es constructiva, los palos y las cañas no mimbrean la vida, es la sabiduría
humana la que construye. Los mimbres de la evolución están en la
sabiduría y no en cientos de palos.
Es
incorrecto decir que nacemos para sufrir, como no es correcto decir que
se aprende del sufrimiento. Saber hacer mimbres es muy diferente a
almacenar caña tras caña. La memoria es el almacén de las impresiones, ahí
están las cañas, los barros y demás, pero es el conocimiento inteligente el que
ordena de forma selectiva y eficaz. Se puede ordenar la vida sin necesidad de
entrar en el dolor del pasado.
Desaprender
es una teoría muy imaginativa, aunque sea una palabra tentadora. Siempre es
mejor aprender conocimientos completos y no usar métodos que fragmentan la
vida.
Conocer los
rincones externos no sirve de mucho, ¿de qué sirven tantos almacenes? De
enredos y entretenimientos, porque hoy acumulamos aquí y mañana allí y de nuevo
comienzan las mudanzas. Las mudanzas son las encarnaciones. ¿No estás cansado
de tantas mudanzas?, ¡¡¡qué fastidio tener que cambiar de casa –cuerpo-
continuamente!!!!
Volver a
nacer no es empezar desde cero, porque el karma es adhesivo en todos
los estados de consciencia menos en la conciencia pura. Si el karma es
adhesivo es inútil tratar de eliminar el pasado o tratar de sacarlo de la
memoria. Cansarse de una vida y añorar una nueva no garantiza una vida
mejor. Tirar la casa para volver a reconstruir con los mismos errores y
la misma actitud no sirve de mucho.
Los planos
perfectos de la construcción están en la conciencia pura, no en las artimañas
constructivas y antojos lujosos. Se pueden hacer casas preciosas pero sus
influencias y los baúles adhesivos del karma pueden tener consecuencias
nefastas. Se puede volver a nacer y volver a pasar por situaciones indeseables.
La
redirección hacia la ley natural no se basa en desaprender lo aprendido, ni en
borrar el sufrimiento pasado. Se redirige la vida cuando se experimente la
Conciencia Pura y es luego cuando consciencia es retomada por el poder de la
sabiduría y de la inteligencia. Así se descubre el diseño original de la propia
vida y no entrando en el pasado.
Mejor no
invertir tiempo en borrar, porque se invierte el progreso, es mejor invertir el
tiempo en aprender cómo ampliar la consciencia para ser más felices. La
felicidad, símbolo de la conciencia pura, brota sola, no necesita animadores ni
animación con coraje.
El Sol
aparta la oscuridad en la tierra por un fenómeno de ‘elevación’, pero en
realidad no se movió. La felicidad no se mueve ni se escapa, siempre está en el
mismo sitio. Nos elevamos por encima de los problemas al ir muy dentro de la
conciencia pura.
Los
asentados en ese estado tan sublime ya no necesitan más mudanzas, porque habrán
entrado en su Palacio de Paz.
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