A MIS HIJOS

Hijos míos un día seré viejo y no está muy lejos de aquí ese día.

En que estaré, no digo triste pero tal vez solo y como ahora pobre.

Sí y como ahora materialmente pobre, porque al final de tanto trabajar, perseverar, acumular paciencia, no habrán de encontrar en mis raídos bolsillos ni una mínima porción de aquel primer metal descubierto por el hombre, pero les dejaré muchas cosas en herencia, serán para ustedes aquellas muchas cosas que les rodean en la vida. Esas hermosas cosas que son de quien las ve como las estrellas que no son de nadie como las rosas que conviven con la esquina en envidiable y ejemplar armonía.

Como les decía, serán para ustedes esas muchas cosas bellas que los rodean en la vida, claro que les puede parecer poco hijos míos, pero mas si lo prefieren les dejaré como únicos vienes la serena música del río, el cantico salto de la fuente, el dorado esplendor de los atardeceres y los aromas obstinados de los claveles de septiembre. Y además les daré los días largos de Sol que curtirán tus manos laboriosas y les regalaré entre otras muchas cosas con pozos lindos de algodón para que aniden sus caros sueños y las Lunas de octubre, les aseguro como soy su padre
que también serán su orgulloso dueño y será vuestro el murmullo del viento que les acercará en esta poesía, mis mas puros y nobles sentimientos. Como les decía serán para ustedes todas esas cosas bellas que están esperándolos aquí en la tersura de una planta, simplemente en el brillar incesante de una solitaria estrella.

Vamos acéptenla hijos míos para que su corazón no quede vacío.