Una charla a
fondo con el cacique de la Comunidad qom “La Primavera”, donde cuenta por qué
desconfía de todos los partidos políticos, habla de la necesidad de una ley que
les dé soberanía en los territorios ancestrales y explica el choque de su
cultura con los intereses económicos del Estado y de las empresas privadas
A mí me
dieron un DNI inventando mi nombre. Inventaron mi nombre, el de mi
padre y me pusieron la fecha que ellos quisieron. Ahí nació mi identidad
como ciudadano argentino. Tuve que trabajar muchos años hasta poder
reencontrarme conmigo mismo y entonces me di cuenta de que no quiero
seguir colonizado, que me digan lo que quiero hacer, lo que tengo que
pensar sino decir lo que yo siento. Porque no quiero ser preso de una
injusticia que nos viene sometiendo desde hace cientos de años, con religiones
e ideologías ajenas al mundo indígena. Soy un indígena y quiero que se
respeten mis derechos ancestrales – dice Félix Díaz.
Hace rato
que anocheció cuando Infobae encuentra el edificio del centro
comunitario de la Comunidad qom "La Primavera", Potae
Napoqna Navogoh, cerca de la localidad de Laguna Blanca, en el noreste
formoseño.
Hay que
recorrer varios kilómetros de un camino difícil -por su estado y por la
oscuridad reinante- desde la Ruta Nacional 86 para llegar hasta allí, donde se
está preparando el Primer Congreso Provincial de Qopiwini, la
organización en la que confluyen representantes de los cuatro pueblos indígenas
asentados en Formosa: los qom, los pilagá, los wichí y los nivaclé.
Díaz es un
hombre alto y afable, de hablar pausado pero seguro. Viste ropa sencilla frente
a la que resaltan adornos tradicionales de su cultura. Cacique de la Comunidad
qom "La Primavera" se hizo conocido en todo el país por
encabezar los primeros cortes de ruta protagonizados por los pueblos indígenas
de Formosa para reclamar por el derecho a la titularidad de sus territorios
ancestrales.
En
2012 sufrió un atentado contra su vida y en enero de 2013 su
sobrino, Juan Daniel Asijak, de 16 años, falleció como
consecuencia de un accidente en la ruta que la familia de Díaz calificó como un
atentado. Desde entonces, el cacique tiene una custodia permanente de
Gendarmería Nacional.
En noviembre
de 2015, poco antes de las elecciones que llevaron a Mauricio Macri a
la Casa Rosada, Díaz fue uno de los organizadores del acampe indígena en
Avenida de Mayo y 9 de Julio, en Buenos Aires, para exigir –sin resultado- que
los recibiera la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Macri, en
plena campaña para el ballotage, sí se hizo presente en el acampe y prometió
dar soluciones a los reclamos de propiedad comunitaria de las tierras que eran
el eje principal de la protesta. Desde entonces, desde diversos sectores de la
actual
oposición, se acusa a Díaz de haber jugado electoralmente para
Cambiemos.
-La única
política que yo hago es la política de los derechos de los pueblos indígenas.
No nos interesan los partidos políticos, que siempre nos han hecho daño porque
tienen intereses que son diferentes a los nuestros. Hubo mucho tiempo en que
nosotros no dialogábamos sobre nuestra política sino que hacíamos la política
de ellos y nos basábamos siempre en los colores de los partidos políticos, sean
peronistas o radicales, y eso nos dividía en peleas que eran por una ideología
ajena. Ahora ya no. Por eso este es un momento histórico para nosotros como
pueblos indígenas, porque nos autorreconocemos como pueblo y hablamos de lo
nuestro -explica.
Ni
peronistas ni radicales, indígenas
La charla
transcurre en una sala vacía, donde sólo hay algunas sillas en un rincón, unos
pocos muebles apilados, un pizarrón en una de las paredes y varios carteles
pegados en las otras. Hace una pausa y dice que es una pelea difícil, porque
durante años la influencia de los partidos políticos ha sido muy fuerte en las
comunidades indígenas sin que eso les diera ningún beneficio.
En Formosa,
explica, con gobiernos peronistas desde la recuperación de la democracia, el
Justicialismo ha hecho uso constante de lo que él llama "una
manipulación".
–Acá,
durante mucho tiempo, hubo que ser peronista para ser cacique, hubo que ser
peronista para ser presidente de una asociación indígena y que dieran recursos.
Entonces, al darnos cuenta de esa manipulación, yo empiezo a reconocerme como
indígena, como descendiente del pueblo qom, y tengo mi propia forma de pensar y
tengo dignidad para decir que puedo liderar como indígena. Y en ese carácter,
no tengo que mezclar lo político-partidario ni lo religioso, sino me baso en la
historia misma del pueblo indígena. A muchos de los políticos no les conviene
esa estrategia, porque con ella no somos adherentes a sus ideologías. Cuando
nos desprendemos de la forma de vida y de pensamiento que nos imponen y nos
identificamos como indígenas, es ahí donde chocamos con los intereses de los
partidos políticos- dice.
La
propiedad comunitaria de la tierra
Uno de los
temas principales a tratar en el Congreso de "La Primavera" es el
impulso del Proyecto de Ley de Propiedad Comunitaria de la Tierra
Indígena, largamente postergado. Díaz se toma su tiempo para desarrollar lo
que aspiran a lograr con la ley.
-Lo que
buscamos es que el Estado sea el responsable de garantizar el respeto que
nosotros deberíamos tener, porque la misma Constitución dice que Estado
argentino reconoce la preexistencia ética y cultural de los pueblos indígenas.
También tiene que garantizar el respeto a la identidad cultural, la educación
bilingüe intercultural y reconocer la propiedad de las tierras que
tradicionalmente ocupan.
Entonces, si el Estado habla del reconocimiento de
la titularidad de las tierras pero nosotros no tenemos el documento de las
tierras, nos convertimos en ocupantes, y el dueño del territorio es el Estado.
Esa discusión la estamos dando, porque nosotros estamos en estos territorios
desde mucho antes de la creación de la provincia (de Formosa) y del Estado
Argentino.
El proyecto
no sólo reconoce a los diferentes pueblos indígenas de la Argentina el derecho
de propiedad y posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan sino que
esa posesión incluye las aguas, el subsuelo y la totalidad de los recursos
naturales, para cuya explotación el Estado deberá realizar consultas previas a
las comunidades. Eso es lo que, según Díaz y otros dirigentes indígenas, hace
que el Congreso sea renuente a tratarlo. Señala el cartel pegado en una de las
paredes que reza:
"La tierra es nuestra vida".
-Esa frase
engloba lo que es el territorio. Porque el Estado, cuando abandona a un pueblo
indígena sin salud, sin agua, sin educación, lo hace abandonar su territorio y
las entonces las empresas se instalan ahí, porque ahí está la riqueza, el agua,
el monte… Y ahí traen la soja y la ganadería, y explotan la minería, el
petróleo, y todo lo que hay en ella. Las empresas y el Estado miran la tierra
como una cuestión económica y le sacan su riqueza en beneficio de un grupito.
En cambio, el indígena no ve eso con un valor económico, lo ve como un lugar
donde el hombre, los pueblos indígenas puedan vivir en armonía con la
naturaleza –dice Díaz.
La
espiritualidad de la tierra
Desde afuera
del aula donde transcurre la charla llegan pruebas de sonido y, de tanto en
tanto, algún tema musical. La inauguración del Congreso se hará en el patio
central del edificio, donde los delegados de las diferentes comunidades han
empezado a reunirse.
Félix Díaz
no quiere responder algunas de las consultas de Infobae sin
dar su punto de vista sobre el valor que la tierra tiene para los pueblos
indígenas.
-La
espiritualidad indígena no está en este edificio, está en el monte; la comida
ancestral no está en los supermercados, está en el monte; la medicina, la
materia prima para las artesanías, todos esos recursos que le dieron vida a los
pueblos indígenas durante siglos no están en los lugares donde estamos, en las
ciudades, en los edificios, están en los territorios. Al no tener eso, el pueblo indígena
se debilita porque se desconecta del mundo natural, porque ese mundo natural
está lleno de vida, y esa pérdida de relación entre la naturaleza y el mundo
indígena se va debilitando y es ahí donde avanzan la contaminación, los
desmontes, el avance y la tecnología que se va adueñando de nuestras vidas –
explica.
“En el
Congreso el tema indígena no lo tocan porque afecta muchos intereses económicos
a través de los territorios y los recursos naturales”, dice el cacique qom
Esa
concepción de la territorialidad indígena es la que los delegados de las
comunidades intentan explicar a diputados y senadores en el Congreso Nacional
para que dejar en claro el espíritu que, según ellos, habita el texto del
proyecto de ley.
-¿Qué
recepción tuvieron? –
era la pregunta de cajón.
-Nosotros
vemos que no estamos dentro de la agenda política de los partidos que
integran el Senado y la Cámara de Diputados. Porque los legisladores asumen y
priorizan las propuestas de los partidos de los que dependen. Entonces el tema
indígena no lo tocan porque afecta muchos intereses económicos a través de los
territorios y los recursos naturales.
"No
queremos ser un país aparte"
La charla se
interrumpe unos minutos porque Díaz tiene que participar de una breve reunión
para terminar de organizar la apertura del Congreso.
-Desde su
punto de vista, ¿los pueblos indígenas se reconocen a sí mismos como parte de
la Argentina? –preguntan
los cronistas y el cacique hace una larga pausa antes de responder.
-No es el
objetivo ser un país aparte –dice Díaz-. Nosotros queremos que el Estado argentino reconozca
nuestra jurisdicción indígena. No separada del Estado, sino que tengamos una
jurisdicción indígena para que podamos gobernarnos de acuerdo con
nuestra historia, para desarrollar nuestras pautas culturales, para educar
a nuestros hijos en nuestra forma de vida. No queremos salir del Estado
como un país autónomo, sino integrarnos con nuestra forma de vida, que es
diferente.
Dice también
que para lograr esa integración es necesario primero un diálogo profundo entre
todos los pueblos indígenas del país y que en ese sentido el Primer Congreso
Qopiwini es un paso adelante. Lo dice así:
-Siempre
dije que si nosotros, los pueblos indígenas, no dialogamos nuestras propias
políticas es difícil avanzar hacia la integración. Porque al Estado le conviene
que estemos peleados, para que no avancemos. Por eso dejan estancada la
legislación indígena, para que el país nos vea como probrecitos indios, a los
que hay que darles esto, hay que enseñarles como hablar, como tienen que
vestirse, como tienen que trabajar…
No nos dejan libres. Parecería que
somos una mascota y no somos mascotas, somos seres humanos.