A un lado de
la fe, la energía (sánscrito: virya; pali: viriya). Poco se necesita decir
sobre la necesidad de ser enérgico si queremos lograr algo. Sin energía, sin
esfuerzo extenuante, sin perseverancia, obviamente no se puede progresar mucho.
El hecho de
que la fe y la energía sean virtudes no implica, sin embargo, que sean siempre
buenas y que deban ser fortalecidas en cualquier tiempo sin importar las
consecuencias. El exceso debe ser desaprobado, aun en las virtudes. Las cinco
virtudes deben ser vistas como un todo. Su balance y armonía es casi tan
importante como las virtudes mismas. Hasta cierto punto ellas se apoyan mutuamente,
pero también pueden obstaculizarse entre ellas. Algunas veces, una debe ser
usada para corregir el exceso de otra. De esta manera, la concentración debe
rescatar las faltas latentes de la energía. Cuando el vigor y la energía tienen
todo el camino libre, la tranquilidad está en peligro. La energía por sí misma
conduce a la excitación y tiene que ser controlada con el desarrollo de una
calma concentrada.
De manera
similar, la fe sola, sin sabiduría, puede fácilmente convertirse en mera
credulidad. Solamente la sabiduría puede enseñar qué vale la pena creer. Y aún,
cuando consideramos las bases intelectuales de la fe, encontramos que ésta
consiste en nada mas que una creencia en la verdad.
Que la visión del mundo es dulcemente racional, que se evita la violencia al
perseguir sus metas, y que su estimación de su propio papel en este mundo no
excede grandemente de su tamaño real en relación con el universo.
LAS 5 FACULTADES ESPIRITUALES (VIRTUDES)
1. FE
2. ENERGÍA
3. ATENCIÓN PLENA
4. CONCENTRACIÓN
5. SABIDURÍA
El progreso espiritual depende del surgimiento de cinco virtudes cardinales:
fe, energía, atención plena, concentración y sabiduría. La conducta del ser
ordinario está gobernada por los instintos e impulsos basados en los sentidos.
Conforme progresamos, nuevas fuerzas espirituales toman gradualmente el control
hasta que al final, las cinco virtudes cardinales dominan y dan forma a
cualquier cosa que sintamos o pensemos. Estas virtudes son llamadas Indriya, en
sánscrito y en pali, diversamente traducida como facultades, facultades
controladoras o facultades espirituales. Las mismas cinco virtudes son llamadas
poderes (bala) si el énfasis se hace en el hecho de que también son
“inquebrantables por sus opuestos”.
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