Generalmente,
cuando hablamos del pasado, usamos este término para referirnos a algo
desagradable o no digno para recordar. Nuestro pasado pudo haber estado
vinculado a los juegos de azar, una tragedia familiar, un hogar disfuncional,
malas decisiones, y muchas cosas más.
Tristemente,
y aunque no queramos recordarlo, el pasado hace acto de presencia infiltrándose
en nuestras mentes, bien sea por algo que hemos visto o escuchado que, de
alguna manera, está relacionado con lo que hemos sufrido. O porque,
simplemente, está ahí, alojado en alguna de las recámaras del cerebro, ya que,
tal vez, no hicimos nada para deshacernos de él y despedirlo permanentemente de
nuestras vidas.
Se requiere
de una buena dosis de dominio propio para impedir que esto suceda. Pero la
fuerza de voluntad propia, muchas veces no es suficiente para ignorar las
acusaciones. Necesitamos adquirir el conocimiento adecuado de las Escrituras
para defendernos y refutar sus acusaciones. Recordemos que éste fue el método
que el Señor usó cuando fue tentado en el desierto por la oscuridad: “Escrito
está.”
El Señor le
citó a la oscuridad las Escrituras, porque conocía lo que las Escrituras decían
acerca de Él. De la misma manera, nosotros necesitamos saber lo que Su Palabra
dice de nosotros, o de lo que Él nos ofrece y nos promete, para vencer.
La Biblia,
la Palabra de Dios, nos ofrece cuatro elementos como antídotos para
contrarrestar el ataque del diablo en relación a nuestro pasado.
1. El primer
elemento que nos ayudará a “deshacernos” de ese pasado gris es, obviamente,
Cristo. Tenemos que saber que si estamos en Cristo, “borrón y cuenta
nueva.” Comenzamos desde Cristo hacia adelante. En el Señor no
hay pasado; “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mi
mismo, y no me acordaré de tus pecados” . La Biblia dice que “si
alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas” . Y esto no sólo tiene que ver con el perdón
de pecados y con el hecho de dejar de hacer las cosas malas que uno hacía antes, sino
que también incluye el borrón de nuestro pasado.
2. El
segundo elemento en nuestro esfuerzo por mantener el pasado atrás es: la sangre
de Cristo. La Biblia dice que “la sangre de Jesucristo… nos limpia de
todo pecado” Una de las cosas que Dios hace cuando nos convierte en
nueva criatura es perdonar nuestros pecados pasados. Pero como ser
cristiano no significa que no vayamos a fallar, la provisión para el perdón
del pecado —la sangre de Cristo— es una fuente perenne para, no sólo perdonar
las cosas que hacemos malas contra Dios y contra nuestro prójimo, pero para
borrarlas también. Para esto sólo tenemos que confesarle a Dios lo malo que
hemos hecho y Él nos perdonará y olvidará nuestras faltas que hoy
cometemos y que mañana serán también parte del pasado. “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad” El pasado, además de errores o malas
decisiones, muchas veces consiste de pecados que hemos cometido que nos han
dejado una secuela de consecuencias. Tal vez los estragos o consecuencias estén
presentes, y no podamos deshacernos de ellos, más bien tengamos que
enfrentarlas, reivindicarse y hasta cierto punto, restaurar el daño causado.
Pero la culpa del pecado cometido la podemos eliminar con el
poder redentor y purificador de la sangre de Cristo, que nos limpia de todo
pecado. Si el Señor nos perdona, tenemos que perdonarnos a nosotros mismos.
3. El tercer
elemento a favor de nuestra lucha contra el pasado es la obra intercesora de
Cristo. “Hijos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.
No hay
pecado que Él no pueda perdonar ni pasado que no pueda olvidar, ni conciencia
que Él no pueda limpiar, ni vida que Él no pueda restaurar. La Escritura añade que Cristo
está a la diestra de Dios intercediendo por nosotros.
4. El cuarto
elemento a nuestro favor es el bendito Espíritu Santo de Dios. La Escritura nos
declara que “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; el
Espíritu mismo intercede por nosotros…” . Y, aunque el contexto de
este pasaje es en relación a la oración, y la debilidad a la que se refiere es
a nuestra incapacidad de saber pedir como conviene (esto es, según Su
voluntad); Dios nos dio Su Espíritu para ayudarnos a seguir en este camino y
servirle a Él. Y para esto se necesita del poder de Su Espíritu,dice que la
gracia de Dios es suficiente para nosotros continuar sirviendo a Él, ya que, Su
poder se perfecciona —se hace fuerte— en la debilidad.
Tampoco
debemos menospreciar la ayuda profesional. Hoy día hay cantidad de psicólogos.
Tenemos también consejeros matrimoniales y muchos pastores están también
capacitados en el área de la consejería.
En resumen,
para evitar que el pasado se haga presente y arruine el presente y amenace el
futuro, tenemos el dominio propio, el cual debe estar basado en el conocimiento
de lo que la Biblia dice acerca de Cristo, Su sangre, Su obra intercesora, y la
obra del Espíritu Santo.
En
conclusión, podemos impedir que el pasado arruine nuestro presente y neutralice
o anule el propósito de Dios en nuestras vidas. Dios nos dio los recursos
necesarios.
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