ESTO TE
LLEVARA 3 MINUTOS LEER Y TE SERVIR A PARA TODA LA VIDA
Este es un ensayo de Viktor Frankl, neurólogo,
psiquiatra, sobreviviente del holocausto y el fundador de la disciplina; que
conocemos hoy como Logoterapia.
No eres Tú, soy Yo...
¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te
roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...
Podrías armar toda una lista de
sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es
cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te
han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu
vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar
nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace
sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la
capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el
control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de
conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se
vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es
nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en
la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.
Cada día estoy más convencido de que el
hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces
sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente
como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo
quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó
viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.
No se sufre por la acción de la otra
persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por
consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica,
es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las
agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo
más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos
"lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas
inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu
mente.
Un claro ejemplo de la enorme
dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos
años alguien me dijo:
"Necesito que Enrique me diga que
me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y
que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo
prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace...
siento que me muero".
¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente
ésa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se
la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra
persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para
nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el
poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros,
convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.
Las frases que normalmente se dicen los
enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me
muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente
irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me
considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente
ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de
entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer
que tu corazón deje de latir.
Definitivamente nadie puede decidir por
nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos,
tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde
no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra
existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos
controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello
que nos sucede.
La siguiente vez que pienses que alguien
te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella...
ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.
"Al hombre se le puede
arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas-la elección
de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su
propio camino".
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