Además, podemos afirmar que dentro nuestro habita un Maestro. Podemos preguntarnos entonces, ¿quién son mis Maestros? Y la respuesta es muy clara “Nos educan todos los días personas anónimas”, que se cruzan en el sentido que le damos a nuestra orientación o razón que aplicamos a nuestra propia existencia, para lograr la difícil situación de vivir en armonía, feliz y en paz.
Pero un verdadero “Maestro”, lo que esta inmensa palabra nos indica no simplemente implica la sapiencia de éste, sino además de sus conocimientos al aplicarlos, también incluye un sistema de vida acorde al Servicio, hacia sus discípulos, a las demás personas sin diferencias de ninguna índole y así mismo.
Un verdadero Maestro no procura generar dependencias. Procura formar nuevos maestros y no más discípulos permanentes. Su misión no está en formar seguidores, sino conciencias libres.
Un verdadero Maestro es humilde por naturaleza. No es perfecto, a pesar de su conocimiento. Puede equivocarse en su sana intención, pero también reconoce el error y lo enmienda con amor y tranquilidad.
Las virtudes de un verdadero Maestro son:
1- Humildad.
2- Perseverancia.
3- Respeto.
4- Honor.
5- Amor.
6- Sacrificio.
7- Verdad.
8- Compasión.
9- Valentía.
10- Fortaleza.
11- Generosidad.
12- Sabiduría.
En definitiva un verdadero Maestro no obliga a aceptar sus enseñanzas. Ni impone su punto de vista. Sólo lo expone con amor y su sapiencia. Otorga sin juicio alguno el conocimiento y deja que los oídos que están listos para escuchar, escuchen.
Esperemos tenerlos frente nuestro.
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