Pero en años recientes, he podido observar un gran número de
estos “chemtrails” (estelas de químicos) y debo reconocer que no son como los
“contrails” (estelas de agua) que yo siempre he visto desde pequeño. Aquellos
son extensos, largos, y siguen patrones que lentamente se convierten en nubes
artificiales. Lo alarmante es que, actualmente, hay docenas de ellos cubriendo
los cielos cada día.
Mi mayor preocupación es que existe evidencia de que están
rociando toneladas de compuestos nanométricos de aluminio. Ha sido
demostrado en la literatura médica y científica que las partículas nanométricas son infinitamente más reactivas e
inducen inflamación intensa en diversos tejidos. El efecto de estas
nanopartículas en el cerebro y la médula espinal son especialmente preocupantes
al saberse que una creciente lista de enfermedades neurodigestivas,
incluyendo la demencia del Alzheimer, el mal de Parkinson, y la enfermedad de
Lou Gehrig, están fuertemente relacionados con la exposición a aluminio en el
medio ambiente.
Las partículas de aluminio no son sólo infinitamente más
inflamatorias, también penetran el cerebro fácilmente de diversas formas,
incluyendo vía sanguínea y a través de los nervios olfatorios (los nervios del
olfato en la nariz). Estudios han mostrado que estas partículas pasan a lo
largo de los tractos olfatorios neurales, que se conectan directamente a la
zona del cerebro que no sólo es la más afectada por la enfermedad de Alzheimer
sino la primera en ser afectada durante la enfermedad. Los niveles más altos de
aluminio cerebral también se registran en casos de Alzheimer.
La vía de exposición intranasal hace especialmente peligrosa
la fumigación masiva del cielo con nano-aluminio, ya que es inhalada durante
muchas horas por personas de todas las edades, incluyendo bebés y niños
pequeños. Sabemos que la gente de mayor edad manifiesta la reacción más grande
a este aluminio que rocían en el cielo. Debido a la nanoescala de las partículas
de aluminio usadas, los sistemas caseros de filtración no son capaces de remover
el aluminio, prolongándose así la exposición incluso dentro del hogar.
Además de inhalar el nanoaluminio, la fumigación satura la
tierra, el agua y la vegetación con niveles altos de aluminio. Normalmente el
tracto gastrointestinal no absorbe muy bien el aluminio, pero sí absorbe el
nanoaluminio en mayor medida. Se ha observado que este aluminio absorbido se
distribuye hacia varios órganos y tejidos, incluyendo el cerebro y la médula
espinal. La inhalación de este nanoaluminio suspendido en el medio ambiente,
también produce reacciones inflamatorias tremendas al interior del los
pulmones, que suponen peligros significativos para niños y adultos con asma y
enfermedades pulmonares.
Ruego a los pilotos que fumigan los cielos con esta
substancia peligrosa que entiendan que están destruyendo la vida y la salud de
sus propias familias. Esto también aplica a nuestros políticos. Una vez que el
suelo, las plantas y los suministros de agua estén altamente contaminados, no
habrá manera de revertir el daño que se ha hecho.
Deben tomarse medidas para prevenir e impedir un
desastre de salubridad de proporciones enormes si es que no se detiene este
proyecto inmediatamente. De otro modo, veremos un incremento explosivo de
enfermedades neurodegenerativas en adultos y ancianos en cifras sin
precedentes, así como desórdenes de neurodesarrollo en nuestros niños.
Estamos
presenciando un incremento dramático de estos desórdenes neurológicos, y está
afectando a los jóvenes más que nunca antes.
Siendo muy escéptico analiza los devastadores efectos a la
salud relacionados con la política de geoingeniería y chemtrailing implementadas
a nivel global, en secreto, y sin el consentimiento del público.
Russell L.
Blaylock, M.D.
El Dr. Russell L. Blaylock es profesor de biología de la
Universidad de Belhaven y miembro del Theoretical Neurosciences Research,
LLC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario