¿Nunca pasó
en tu casa que de repente se empezó a romper todo? ¿Es
solo una mala racha o la casa te está intentando decir algo más?
Esto que
parece tan sobrenatural, en realidad pasa muchísimo, y nada tiene que ver con
la presencia de fantasmas. Las casas, igual que los seres vivos, se
enferman: los vínculos de las personas que viven allí, el orden, la
limpieza, la ventilación, la iluminación, son todos factores que influyen en su
“salud”; y en la nuestra.
Aunque
pensemos que es una cosa inerte, algo meramente material, nuestra casa
también se expresa y es receptiva a lo que nosotros le transmitimos.
Nuestro humor, nuestra forma de pensar, nuestro nivel de estrés, todo
repercute en nuestra casa. Y viceversa: cuando vivimos en un ambiente
caótico, es muy probable que esto nos influya.
Los
síntomas de una casa “enferma”
Un espejo
roto quizás no signifique nada. Pero si a ese espejo le sumamos artefactos que
no funcionan, paredes con humedad, problemas para conciliar el sueño o insectos
insistentes, quizás sí es cierto eso de que el espejo roto va ligado a la mala
suerte. Las manifestaciones de una casa “enferma” pueden ser muchas,
desde problemas de relacionamiento entre sus habitantes hasta temas de
mantenimiento. Pero sobre todo, lo que los hace síntomas, es su frecuencia y
duración en el tiempo.
Algunas señales:
Fallas
técnicas: Inconvenientes
técnicos severos con la energía del hogar, cerraduras rotas, problemas en
cañerías.
Desorden
y suciedad: Platos
sin lavar, ropa tirada, polvo por todos lados, camas sin tender, desechos
acumulados, cosas inutilizadas amontonadas en un rincón.
Plantas
sin vida: En
general debido a la falta de cuidado, las plantas empiezan a marchitarse o no
florecen como deberían.
Deterioros: Aparecen manchas de humedad, se
descascara la pintura, muebles que se aflojan, vidrios que se rompen.
Ambientes
incómodos: Los
espacios que se suponían que eran de relax y comodidad, ahora parecen incómodos
y generan ganas de no quedarse allí. La familia o los habitantes evitan ciertos
lugares; ya no se generan puntos de encuentro o unión.
Algunos
factores que potencian la mala energía de la casa:
Mala
decoración:
Cuartos atiborrados de objetos, cosas que ya no nos gustan pero las renovamos,
colores no apropiados (por ejemplo, paredes pintadas con colores muy fuertes en
zonas de descanso).
Difícil
circulación: Espacios muy pequeños con muchos muebles que impiden transitar
libremente.
Mala
iluminación: Ambientes oscuros y poca luz natural.
Ventilación: Habitaciones cerradas por mucho
tiempo, malos olores, moho y humedad.
¿Por qué
es importante sanar nuestra casa?
Practicidad: Por un lado, por un tema
práctico: cuando todo está en orden, las tareas se hacen más rápido y con más
entusiasmo. Si vemos todo limpio y agradable, estamos más dispuestos y de mejor
humor.
Salud: Por otro lado, algunos de los
síntomas que mencionamos antes, mayormente los que tienen que ver con la
higiene y el cuidado, tienen el doble de riesgo porque pueden causarnos
incluso enfermedades físicas. Según expertos, existe un “síndrome
de la casa enferma”: las personas afectadas presentan cuadros alérgicos,
dolores de cabeza y garganta, problemas visuales, fatiga y hasta pueden
desarrollar asma o sinusitis; todo esto se lo ha atribuido a productos químicos
usados en la construcción de casas y otros factores como el polvo, la humedad y
la mala ventilación.
Bienestar
mental: Pero
la mayoría de los síntomas nos afectan más psicológicamente. Ya lo
dijimos: si la casa está desorganizada, seguramente nuestras emociones,
pensamientos y acciones diarias también lo estén. El caos que observamos nos
estresa, la vida laboral o los problemas personales nos dicen que no tenemos
tiempo o estamos muy cansados para ocuparnos del hogar, y eso es,
justamente, el reflejo de nuestro estado de ánimo en nuestra vivienda.
Si nos sentimos mal, depositamos en nuestra casa (por ser parte de nuestra
intimidad, por no tener nada que nos condicione o limite dentro de ella), lo
que tenemos dentro, y ver eso nos pone aún peor. Es un círculo vicioso.
¿Y cómo
la sanamos?
Necesitamos
que nuestra casa tenga vida otra vez, que el aire y la energía circulen con
fluidez y en equilibrio. Para lograrlo recurriremos a algunos consejos básicos
del Feng Shui, un arte ancestral chino que busca la mejora de las
condiciones ambientales para fomentar el bienestar y la armonía general
del individuo con su entorno. Los resultados están verdaderamente
comprobados y requieren acciones bastante simples:
Abrir
cortinas y ventanas: Propongámonos, apenas nos despertemos por la mañana, abrir las
cortinas y las ventanas, para invitar a la luz del sol y dejar entrar aire
fresco. Esto renovará la energía de tu casa, en especial si ha estado a oscuras
por algún tiempo.
Limpiar
y re-ordenar: Quita
la suciedad (incluso esa que nadie ve), vacía las habitaciones una a una para
limpiarlas, cambia las sábanas, organiza los papeles del escritorio, ordena el
ropero. Mientras limpiamos y ordenamos la casa, vamos reordenando la mente.
Anímate
a cambiar: Así
como a veces cambiamos nuestro peinado para tener “otro look” y renovarnos, lo
mismo podemos hacer con nuestra casa. Si queréis un cambio más profundo, una
buena idea es cambiar los adornos y las cortinas, o incluso el color de las
paredes. También podéis crear un nuevo orden para los muebles, que facilite la
circulación y abra nuevos espacios. Una casa cambiada promoverá una actitud
también distinta en nosotros.
Deshacerte
de cosas innecesarias: A veces nos sentimos unidos a ciertos objetos, pero, ya sea por
cuestiones emocionales o porque nos da “lástima” tirarlos (o simplemente
pereza), desapegarse de objetos que ya no nos aportan nada y
solo ocupan un espacio (casi siempre olvidado o ignorado) es muy importante
para cambiar nuestra casa y nuestra vida. Fíjate qué ropa hace más de un año
que no usas, qué adornos ya no queréis ver más, qué electrodoméstico aún
funciona pero ya fue sustituido por uno más nuevo. Podéis donar,
regalar, reciclar o vender. Lo importante es que seas capaz de soltar,
dejar ir y saber que vas a estar bien sin esos objetos.
Arreglar
las cosas rotas: ¿Cuánto hace que esa puerta no cierra bien? ¿Que el vidrio de la mesa
está roto? ¿Qué no usáis el secador porque no prende? La solución es no dejarlo
para mañana. Es tan simple como llamar a alguien que lo arregle. Es solo un
ratito que realmente va a repercutir en tu vida diaria y en que la casa se
sienta mejor.
Actitud
positiva: Es
claro, para quitar energía negativa debemos dar energía positiva. Juntarse con
amigos o familia, jugar con nuestros hijos o mascotas, reír y bailar, nos
mantendrán de buen humor para poder encarar las tareas domésticas, mantener el
orden con menos dificultades y, en resumen, ser más felices en nuestra casa.
Ahora que
sabes cómo identificar a tu casa enferma, ¡manos a la obra!
Sanar
nuestra casa, es también sanarnos. Vos te vas a sentir mejor y la casa se
sentirá mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario