Existe una
suerte de falsa creencia generalizada: las personas con Alzheimer o con otros
tipos de demencia tienden a desconectarse del mundo externo presente para
entrar en su lejano e irreal mundo interno. Esto no es cierto, pero al
pensar que la persona con Alzheimer ya no es la persona que debía ser, esta
pierde su identidad frente a la sociedad y sus sentimientos pierden
validez casi de la manera automática.
Si nos
ponemos en el lugar de la persona con demencia, nos daremos cuenta de que lo
normal es que se tenga miedo ante la insistencia de los demás, que no se
sepa expresar lo que se necesita o siente, que puede que no entienda lo que se
le dice, que no reconozca a las personas que se acercan cada día, que no
comprenda qué se espera de ella en cada momento.
Pocas
veces nos ponemos en la piel de las personas con Alzheimer. Sin embargo, si lo hacemos,
nos daremos cuenta de lo aterrador y desconcertante que puede resultar el día a
día. Entonces comprenderemos que la angustia u otras reacciones emocionales que
vemos desproporcionadas desde nuestra “sana” visión del mundo.
“Persona con
DEMENCIA frente a PERSONA con demencia”
-Thomas
Marris Kitwood-
El método
de la validación, terapia centrada en la persona
En la
última década han resurgido los modelos de atención y comunicación centrados en
la persona. Estos
modelos terapéuticos y de relación dan importancia a que los entornos que
rodean a la persona con Alzheimer sean validantes y estimulantes.
Es
decir, se busca empatizar con la persona con demencia, mantener su
identidad y generar una actitud comprensiva hacia aquellas ”alteraciones
conductuales”” que tanto desconciertan y tanto malestar generan entre los
cuidadores y las personas del entorno.
Los autores
que promueven este modelo de atención, destacan la necesidad de conservar el
principio de dignidad de cualquier persona. Es necesario, pues, utilizar la
empatía para sintonizar con la realidad interna de las personas afectadas
por la demencia.
El objetivo
es poder aportarles seguridad y fuerza, haciendo que la persona se sienta
válida y pueda expresar sus sentimientos. Porque solo cuando una persona
puede volver a expresarse es cuando se le devuelve la dignidad.
¿Por qué?
Porque validar es reconocer los sentimientos de la persona. Validar es
decirle que sus sentimientos son ciertos. Al negar los sentimientos,
negamos al individuo, anulamos su identidad y, por lo tanto, creamos una gran
brecha emocional.
Principios
básicos del método de validación
Según CREA
Alzheimer, los principios básicos del método de validación son:
- Aceptar a la persona sin
juzgarla (Carl
Rogers).
- Tratar a la persona como
individuo único (Abraham Maslow).
- Los sentimientos que primero se
expresan y luego son reconocidos y validados por un interlocutor de
confianza perderán intensidad. Cuando se ignoran o se niegan, los
sentimientos cobran fuerza. “Un gato ignorado se convierte en
un tigre” (Carl Jung).
- Todos los seres humanos son
valiosos, independientemente de lo desorientados que estén (Naomi Feil).
- Cuando la memoria reciente
falla, recuperamos el equilibrio recuperando recuerdos tempranos. Cuando
la vista falla, recurren al ojo de la mente para poder ver. Cuando el oído
se va, escuchan los sonidos del pasado (Wiler Penfield).
Las
personas con Alzheimer u otras demencias necesitan una reconexión con el mundo
La última
película de Disney-Pixar, Coco, nos muestra de una manera realmente
emotiva cómo podemos reconectar con las personas con Alzheimer, cómo podemos
acceder a su piel, a su sentir más profundo. Nos lo demuestra con
«Recuérdame», una canción que sin duda le da un tierno sabor a la sintonización
emocional que provoca.
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