Debe su sobriedad al cultivo de la tercera
virtud, la atención plena (sánscrito: smriti, pali: sati).
Mientras que la fe y la energía cuando son conducidas al exceso deben ser
restringidas por sus contrapartes, es decir, la sabiduría y la tranquila
concentración, la virtud de la atención plena no comparte esta limitación.
“La
atención plena debe ser fuerte en cualquier parte. Porque protege a la mente de
la excitación en la cual puede caer dado que la fe, la energía y la sabiduría
pueden excitarnos y de la indolencia en la cual puede caer dado que la
concentración favorece la indolencia. Por eso, la atención plena es deseable en
cualquier parte. De ahí que se diga; “El Señor ha declarado útil a la atención
plena en cualquier parte, porque la mente encuentra su refugio en la atención
plena y la atención plena es su protectora. Sin la atención plena no puede
haber esfuerzo o restricción de la mente.
Entonces ¿qué es la “atención plena”? guiado
por la etimología del término sánscrito (smriti de smri,
“recordar”) la define como un acto de recordar que previene a las ideas de
“alejarse flotando”, y el cual combate el olvido, el descuido y la distracción.
Esta definición por si misma, a pesar de correcta, no hace realmente muy clara
la función de esta virtud en nuestros días. Las suposiciones teóricas que
subyacen en las diversas prácticas resumidas en la palabra “atención plena” se
toman demasiado por hecho.
Lo que uno supone es que la mente consiste en dos
partes separadas –una profunda, que es calmada y tranquila, y una superficial,
que es perturbada. El nivel superficial está en agitación perpetua y confusión.
El centro, en el fondo de la mente, más allá tanto de la mente consciente como
inconsciente, es bastante quieto.
Sin embargo, lo profundo está normalmente
escondido a tal grado que la gente permanece incrédula cuando se le habla de
ese lugar de quietud en lo más interno de sus corazones. En la mayoría de los
casos, la superficie es tan turbulenta que la calma de la profundidad
únicamente puede realizarse en muy raros intervalos.
La atención plena y la concentración son dos
virtudes que están preocupadas por el desarrollo de la calma interior. Los
principales enemigos de la quietud espiritual son:
(1) los sentidos; no están sometidos a
cualquier disciplina, retirar a los sentidos de sus objetos, como la tortuga se
retira en su caparazón.
(2)
los movimientos del cuerpo; cuando el ego se identifica a sí mismo con lo que
tiene lugar en la superficie de la mente, participando en ello de corazón, y
surge la ilusión de que estas actividades son “mis” actos, “mis” preocupaciones
y la esfera en la cual “yo” vivo y tengo a mi ser. Ocupados así con cosas
mundanas no tenemos ni fuerza ni libertad. Para conquistar a estos enemigos de
la quietud espiritual debemos, vigilar nuestros movimientos musculares;
(3) las pasiones, apetencias y deseos; cesar
de desear cualquier cosa y disociar todos los deseos del ego
(4) el pensamiento discursivo. Tienen el
poder de ser enemigos cuando cortar el pensamiento discursivo.
Con un esfuerzo de imaginación uno debe
tratar de verse a sí mismo tranquilo, flotando libremente, sin que alguna
fuerza influencie en nuestro ser espiritual. La práctica de la atención plena
entonces es una serie de esfuerzos que buscan mantener este aislamiento. La
atención plena es el nombre que se le da a las medidas que tomamos para
proteger el espacio de calma interior que al principio puede no verse muy
grande.
Y así, a pesar de que seamos forzados para ir
más allá del rango de nuestra experiencia inmediata, y a pesar de que la
descripción tiende a ser más intangible conforme se eleva a alturas más
sublimes.
LAS 5 FACULTADES
ESPIRITUALES (VIRTUDES)
1. FE
2. ENERGÍA
3. ATENCIÓN PLENA
4. CONCENTRACIÓN
5. SABIDURÍA
El progreso espiritual depende del surgimiento de cinco
virtudes cardinales: fe, energía, atención plena, concentración y sabiduría. La
conducta del ser ordinario está gobernada por los instintos e impulsos basados
en los sentidos. Conforme progresamos, nuevas fuerzas espirituales toman
gradualmente el control hasta que al final, las cinco virtudes cardinales
dominan y dan forma a cualquier cosa que sintamos o pensemos. Estas virtudes
son llamadas indriya, en sánscrito y en pali, diversamente traducida como
facultades, facultades controladoras o facultades espirituales. Las mismas
cinco virtudes son llamadas poderes (bala) si el énfasis se hace en el hecho de
que también son “inquebrantables por sus opuestos”.
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