Los investigadores afirman: la inteligencia de los delfines
es una evidencia y, por consiguiente, maltratarlos resulta moralmente
repugnante.
The Times/AnimaNaturalis Publicado el martes 18 de enero del
2011 Los delfines han sido declarados las segundas criaturas más inteligentes
del mundo después de los seres humanos, de ahí que los científicos sugieran que
son tan brillantes que deberían ser tratados como “personas no humanas”.
Estudios sobre el comportamiento de los delfines han puesto de relieve la
gran similitud que existe entre estos y los seres humanos con respecto a la
forma de comunicarse. Asimismo, subrayan el hecho de que son más brillantes que
los chimpancés.
Dichos estudios han sido respaldados por la investigación
anatómica que demuestra que los cerebros de los delfines presentan muchas
características asociadas a un grado de inteligencia muy elevado. Los
investigadores sostienen que su trabajo demuestra que es moralmente inaceptable
mantener a animales tan inteligentes en parques acuáticos, matarlos ya sea para
destinar su carne para el consumo humano, ya sea por accidente acontecido
durante la pesca. Cerca de 300.000 ejemplares de ballenas, delfines y marsopas
mueren bajo esas circunstancias cada año.
“Muchos cerebros de delfín son
de mayores dimensiones que el humano y ocupan un segundo lugar después del
hombre, en cuanto a masa se refiere, si tenemos en cuenta el tamaño del
cuerpo”, según afirmó Lori Marino, una zoóloga de la Universidad Emory de
Atlanta, Georgia, que se valió de escáneres por resonancia magnética para
trazar el cerebro de estos animales marinos y compararlo con el de los
primates. “La neuroanatomía sugiere que existe continuidad psicológica
entre los seres humanos y los delfines y se supone que también aparecen
profundas implicaciones éticas en la interacción entre este cetáceo y el
hombre”, añadió. Hace tiempo que el delfín ha sido reconocido como uno de
los animales más inteligentes. No obstante, muchos investigadores lo habían
colocado por debajo de los chimpancés, los cuales, de acuerdo con algunos
estudios, pueden alcanzar niveles de inteligencia propios de niños de tres
años. Sin embargo, recientemente una serie de estudios sobre el comportamiento
han sugerido que los delfines, sobre todo especies como el delfín nariz de
botella, podrían ser los más listos. Dichas investigaciones demuestran que los
delfines poseen personalidades distintas, un fuerte sentido de sí mismos y
pueden pensar en el futuro.
También ha quedado manifiesto que son animales
“culturales”, lo que significa que de un delfín a otro pueden ser aprendidos
nuevos tipos de comportamientos de forma rápida. Diana Reiss, catedrática de
Psicología en el Hunter College, The City University of New York, demostró en
un estudio que los delfines pueden reconocerse en un espejo y utilizarlo para
inspeccionar distintas partes de su cuerpo, una habilidad que se creía
exclusiva de los seres humanos y de los grandes simios.
En otro estudio,
averiguó que los animales en cautiverio también poseen la capacidad de aprender
un lenguaje rudimentario basado en símbolos. Otra investigación ha demostrado
que los delfines pueden resolver problemas difíciles, mientras que los que
viven en libertad cooperan de formas diferentes que implican estructuras
sociales complejas y una sofisticación emocional de elevado nivel. En un
caso reciente, mientras un delfín rescatado se recuperaba durante tres semanas
en un delfinario en Australia, se le enseñó a nadar sobre la cola. Después de
ser liberado, los científicos se quedaron asombrados al comprobar que los
delfines salvajes habían aprendido el ejercicio del delfín que había
permanecido en cautividad previamente. Existen numerosos ejemplos similares, como
el de los delfines de la costa de Australia Occidental que aprendieron a
sostener esponjas sobres sus hocicos para protegerse mientras buscaban peces
espinosos por el suelo marino.
Tales observaciones, junto con otras que
muestran, por ejemplo, cómo los delfines podrían cooperar con precisión militar
rodeando bancos de peces para alimentarse, han originado que surjan preguntas
que cuestionen la base de la estructura de su cerebro. El tamaño es sólo
un factor. Los investigadores han reconocido que el tamaño del cerebro varía
mucho, alrededor de 200 g en las especies de cetáceos pequeños, tales como el
delfín del Rio Ganges, y más de 8 kg en los cachalotes, cuyos cerebros son los
más grandes de nuestro planeta. Por el contrario, el cerebro humano oscila entre
1 y casi 2 kg, mientras que el de los chimpancés pesa alrededor de los 350g.
Sin embargo, cuando se trata de inteligencia, el tamaño del cerebro adquiere
menos importancia que la proporción de éste con respecto al cuerpo. Lo que
Marino y sus colegas averiguaron fue que la corteza cerebral y el neocórtex de
los delfines nariz de botella eran tan grandes que “la relación anatómica que
evalúa la capacidad cognitiva lo sitúan en un segundo lugar en relación con el
cerebro humano”.
Asimismo, descubrieron que la corteza cerebral de los
delfines nariz de botella poseen los mismos pliegues complejos, los cuales
están firmemente vinculados a la inteligencia humana. “Dichos pliegues aumentan
el volumen de la corteza cerebral y la habilidad de las células cerebrales para
interconectarse entre ellas.”
A pesar de haber evolucionado en una trayectoria
neuroanatómica diferente a la de los seres humanos, el cerebro de los cetáceos
presenta varias características correlacionadas con una inteligencia compleja”,
aseguró Marin. Thomas White, catedrático de ética en la LoyolaMarymount
University, Los Angeles, quien ha llevado a cabo varios estudios académicos que
sugieren que los delfines poseen sus propios derechos, también intervendrá en
la conferencia. “La investigación científica sostiene que los
delfines son ‘personas no humanas’ que merecen ser consideradas moralmente como
individuos”, afirmó.
Artículo de Jonathan Leake
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