El segundo paso es acostumbrarse a un control automático. Cuando perciba sensaciones y sonidos asociados con la exploración extracorporal, comience a estimularlos para que se extiendan por todo su ser. Por ejemplo, si percibe un zumbido o una vibración singular, concéntrese para que esa percepción se extienda. Concentre toda su atención en disfrutar la nueva frecuencia vibratoria superior. Después, estimule mentalmente las sensaciones vibratorias o los sonidos hasta sumergir todo su ser en ellos.
El tercer paso es alejarse de su cuerpo físico. Esto se consigue con facilidad mediante un diálogo interno mental o verbal que lo dirija y lo mantenga alejado de su cuerpo físico. Por ejemplo, diga «me elevo flotando...» o «me siento cada vez más ligero...» o «voy al salón (al patio, a la puerta o a cualquier lugar lejos de su cuerpo)». Cualquier frase que lo dirija y lo separe de su cuerpo físico servirá. Recuerde que no debe pensar ni mencionar su cuerpo físico de ningún modo. Incluso los pensamientos aleatorios dirigidos a su cuerpo físico pueden provocar un regreso abrupto.
El cuarto paso es mantener su atención completamente alejada de su cuerpo físico. El modo más fácil que conseguirlo es olvidar temporalmente su cuerpo e integrarse por completo al nuevo ambiente que experimenta. El éxito y la duración de su experiencia extracorporal dependerán absolutamente de su concentración. Los pensamientos y las sensaciones relacionadas con su cuerpo físico lo devolverán a él inmediatamente.
Recuerde que somos seres no físicos, que habitamos temporalmente un vehículo de carne y huesos. La capacidad de controlar nuestras experiencias extracorporales es una parte natural de nuestro desarrollo personal. Cada experiencia es una emocionante aventura de descubrimiento. De hecho, exploramos y volvemos a descubrir nuestra identidad y nuestro verdadero hogar.
Aventuras fuera del Cuerpo (Buhlman William).
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