El
Quinto Acuerdo nos
permite adquirir una conciencia más profunda del poder del yo verdadero y
recuperar la autenticidad con la que nacimos. Se nos recuerda el mejor regalo
que podemos hacernos: la libertad de ser quienes realmente somos.
Imagínate
llevando una vida totalmente nueva: una vida en la que eres libre de ser quien
realmente eres. Ya no te riges por lo que los demás piensan de
ti. Imagínate viviendo sin juzgarte a ti mismo ni juzgar a los demás, sin
temer ser juzgado. Te aceptas tal como eres y aceptas a los demás tal como son.
Imagínate
viviendo sin estar en conflicto contigo ni con la gente. Te respetas a ti mismo
y a los demás, y a cambio ellos te respetan a ti. Imagínate viviendo sin
miedo a expresarte ni a explorar la vida. Vives sin temor, sin culparte, sin
avergonzarte, sin arrepentirte.
Imagínate
que te encanta ser como eres. Te gusta tu cuerpo tal como es, te gustan tus
emociones tal como son. Imagínate siendo tú mismo. Eres feliz y disfrutas
verdaderamente de tu vida. ¡Imagínate viviendo con esta clase de libertad
personal!
Esta
manera de vivir es completamente posible. Otros lo han conseguido y tú también
lo harás. Sólo necesitas hacer de los Cinco Acuerdos tu estilo de vida y pronto
vivirás tu sueño personal del cielo.
Pasamos
tiempo pendientes de “la importancia personal”, en una dinámica interna entre
el juez y la víctima. El juez tirano representa aquí la parte nuestra que nos
exige responder a un ideal de perfección construido en base a los mandatos y lo
que cada uno interpretó como “lo que tengo que hacer”. El juez nos compara
constantemente con ese ideal y nos castiga por no ser eso que creemos que
deberíamos ser. La víctima es el lado nuestro que tiene miedo de ser rechazado
y queda inmobilizada por tanta presión.
El cielo
y el infierno existen como mundos posibles en nuestra mente. La realidad es lo
que es, nunca lo que ocurre es un problema en sí mismo, sino que nuestras
historias son las que construyen un cielo personal (donde nos sentimos plenos,
aceptando las personas y los sucesos tal como se presentan) o un infierno
personal (donde no ocurre lo que creemos que debería ocurrir, y los demás no
son como creemos que deberían ser). Es nuestra la elección mantener los
acuerdos limitadores, o bien encontrar nuevos acuerdos que nos permitan ser los
artistas de nuestra vida, desarmando el drama personal y desplegando la
creatividad en nuestro día a día.
La salida
Proponen
asumir un fuerte compromiso personal para aplicar nuevos acuerdos que tengan el
poder para desarmar la maraña de jucios, y construir nuevas historias, más
acordes con lo que es. Los cinco acuerdos básicos son:
1. Sé
impecable con la palabra. Las palabras poseen una gran fuerza creadora: crean
mundos, realidades y, sobre todo, emociones. Por eso, ser impecable es nunca
usar el poder de la palabra para dañarme a mí mismo ni dañar a otras personas.
El perdón es dejar de castigarnos y castigar a otros por errores que ocurrieron
en el pasado, y dejar que sanen las heridas emocionales. Ser honesto, no por un
tema moral con el otro, sino para desarrollar la atención en el presente,
porque es un hábito necesario para liberar la carga del pasado y avanzar hacia
la felicidad.
2. No te
tomes nada personalmente. Cada cual vive su propia película en la cual es
protagonista. Las demás personas sólo somos actores secundarios o extras en esa
película que cada cual hace de su vida. Entonces, comprendo que nada de lo que
los demás digan o hagan tiene que ver conmigo.
3. No
hagas suposiciones. Tendemos a hacer suposiciones y a sacar conclusiones sobre
todo. El problema es que al hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto y
montamos una realidad sobre ello. La gran herramienta para desarmar las
suposiciones es la comunicación abierta y honesta, preguntar al otro qué es lo
que percibió y experimentó. Además, dejar de pensar sobre cómo son las cosas
libera nuestra mente y nos permite estar más atentos al presente.
4. Haz
siempre lo mejor que puedas. Este acuerdo permite que los otros tres se
conviertan en hábitos profundamente arraigados: haz siempre lo máximo y lo
mejor que puedas. Esto nos libera de la culpa y la vergüenza, y enriquece
nuestra vida.
5. Sé escéptico,
pero aprende a escuchar. Usar el poder de la duda para discernir la
verdad, para hacer desaparecer las mentiras, respetando las historias que los
demás eligen contarse. Todos decimos mentiras, de alguna manera, y no es porque
queramos mentir. Por eso es tan importante escuchar sin juzgar, queriendo
sinceramente comprender al otro en su propia historia. “Siendo escéptico no te
crees todos los mensajes, no depositas tu fe en los símbolos, y cuando tu fe no
está en los símbolos tu fe está en tí mismo”.
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