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POR QUE CAPACITARSE EN REIKI

El “REIKI” es una práctica de sanación milenaria que significa:“ENERGÍA VITAL UNIVERSAL”.Es un sistema bioenergético, de armonización integral, ya que actúa en los planos físico, mental, emocional y espiritual.
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26.12.15

DESILUSIÓN - DECEPCIÓN

Si nosotros recurrimos al diccionario de la Real Academia Española, buscando el concepto de cada una de las palabras que hemos expresado en el título de la nota tendremos que:

Desilusiónar:
Acción y efecto de desilusionar o desilusionarse, hacer perder las ilusiones.
Desengañarse.

Decepcionar:
Pesar causado por un desengaño. Engaño (falta de verdad).

Si nosotros entramos en nuestro Corazón, una desilusión y una decepción no son lo mismo, por lo tanto decepcionar y desilusionar no es sinónimo.
Una desilusión destruye algo posible pero quizás poco probable. El que tiene una ilusión sabe perfectamente, aunque lo obvie, que es posible que esa ilusión no se concrete, juega con la posibilidad de que no sea real.

La decepción nos agarra por sorpresa, lo podríamos explicar que nos llega como una traición.
Una decepción es una certeza que se desmonta, es una verdad que se rompe, que se destroza, no es que fuera algo posible y probable, sencillamente “ERA” y de repente “NO ES”. 
Tenías una certeza y no cabía ni la más remota “POSIBILIDAD QUE DEJARA SE SER “y de repente no es. La decepción nos suele encontrar tan por sorpresa que hace el vacío y deja sin aire.

La desilusión se sufre sobre algo que no existía, sobre una fantasía. Por esa razón las ilusiones no se agotan nunca, después de una desilusión del tipo que sea y sin que haya que hacer nada crecerán ilusiones nuevas o pueden ser las mismas recuperadas, incluso cuando creemos que ya no tendremos más, las ilusiones crecen solas y te sorprenden teniendo más. Cuando ya tenemos experiencia de vida, intentamos frenarlas, ignorarlas, pasar de ellas, arrancarlas como las malas hierbas, pero exactamente igual que con las malas hierbas, las ilusiones pasan de nosotros y crecen solas hasta que nos han conquistado.


La decepción destruye una certeza y las certezas no crecen solas, las que se rompen además jamás se recuperan o recomponen. Construir una certeza nueva exige trabajo, dedicación, esfuerzo y una confianza en uno mismo de gran talla y seguridad, que con la edad quizás se vaya perdiendo. Exige también capacidad para pasar por alto las consecuencias que las decepciones anteriores causaron en el ánimo, porque recordarlas es tan doloroso que incapacita para reconstruir nuevas certezas. Cuanto mayores somos, menos certezas tenemos, porque ya por experiencias ya vividas nos hacen estar mas atentos a no llevar mas golpes en nuestros sentimientos, ya que tenemos más decepciones acumulas y ya están a la vista.

Las desilusiones al ser mas leves, hay veces en la vida que son necesarias, para ir creándonos nosotros mismos un escudo para no llegar a ser una certeza y por ende decepción ya que es mas cruel.

Las decepciones jamás son necesarias, siempre son situaciones que duelen en demasía. Cuando se decepciona alguien, ese alguien sufre inconmensurablemente, le llega la ira, que es una situación que nuestro Ser tiene que desterrar de nuestra esencia, actúa como pena infinita, con oleadas de tristeza que te llevan en el camino de una agonía profunda por un tiempo. Las decepciones además son terribles también para el que las provoca, cuando decepcionamos a alguien lo hacemos sabiendo que hemos destrozado algo positivo y cierto, ya que la otra persona pensaba o creía, puede ser un pensamiento, una actitud o un sentimiento. Decepcionas a alguien que creía en ti, que tenía una certeza positiva sobre ti y como sabemos que la vida te regresa potenciado lo que das, recuérdalo antes de decepcionar a alguien ya que lo recibirás en carne propia.

Las decepciones no te pinchan un globo lleno de certezas, quitan el suelo bajo nuestros pies, las decepciones siempre dejan un pozo amargo y duelen siempre. Permanecen activas eternamente y hay que tener mucho cuidado con su manejo, que aunque se pueden llegar a cicatrizar, hay que intentar arrinconarlas y no tocarlas porque el simple roce de su recuerdo puede hacerte caer fulminado al abrirse nuevamente la herida. La decepción no permite el recuerdo dulce, no hay lugar para el humor negro, solo permiten algo como como pude ser tan “tonto” y duelen en el alma.

Por todo esto, puedes desilusionarte a ti mismo, pero nunca decepcionarte, cuando destrozas una certeza que otro tenía sobre ti y que tu habías asumido como propia, o cuando descubres que no eres como pensabas, que eres peor de lo que creías, te decepcionas a ti mismo y eso es la peor decepción que podemos tener. 

 Decepcionarnos a nosotros mismos es entrar en el foso de la desesperación y solo saldrás si alguien que te aprecie mucho, que sobreviva a tus decepciones te “AYUDE”.



Antonio Fernández González

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